Piel roja
Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz a través del viento, constantemente sacudido por la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen faltas espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo es una pradera rasa, ya sin cuello ni cabeza de caballo.
Franz Kafka
Tengo el pene irritado.
Cuando digo pene quiero decir prepucio. Hablo mucho por whatsap con la chica que me gusta. Ser consciente de uno mismo es una lata. Odio planchar camisas. La gente con traje me cae mal. Quedamos, nos vemos, decimos hola. Antes de que digamos hola la chica que me gusta me deja de gustar. Lavarse el pene con jabón debería ser suficiente. Un pene irritado no es un pene normal. Si fuera un sioux y montara a caballo por las praderas de Dakota y cazara búfalos con arco y flechas tendría un pene normal. Me casaría con una india por conveniencia y Ala de Águila se Despliega sería el nombre de nuestro primer hijo. Tener el pene irritado es tener dermatitis en el pene.
Cuando sufres mucho estrés te pasan cosas en el cuerpo. El exceso de adrenalina y cortisol liberados en sangre día tras día es perjudicial. A algunos se les cae el pelo, a otros les salen herpes en la boca. A mí me sale dermatitis en el pene y se me pone la piel roja como a un sioux. No veo lesiones graves. A los sioux se les llamaba pieles rojas por el cuero cabelludo con sangre que el gobierno pedía a los colonos europeos como prueba de haberlos matado y así cobrar el pago.
No me pinto la cara. No llevo plumas en el pelo. Me pongo vaselina, aquaphor, eryplast, aceite de rosa mosqueta, canestén, fucidine, dermavel, olivolea, cicalfate. Canto una canción sagrada que oigo en sueños. Aunque folle con condón escuece un poco.
Llevo así tres meses y empiezo a preocuparme. Voy a un dermatólogo del Hospital Quirón de Pozuelo. Dice que no tengo nada, pero por si acaso me receta Cuatroderm, una pomada con corticoide, antibiótico y antifúngico. Si no es burro, burra. Después de una semana de tratamiento me sigue molestando. La piel se cura poco a poco. Como la depresión. Le digo al dermatólogo que estoy deprimido por tener dermatitis en el pene. El dermatólogo dice que estar deprimido por tener dermatitis en el pene es ridículo. Para el dermatólogo es ridículo. Para el psiquiatra, cuando iba al psiquiatra, era ridículo. Para mi novia, si la tuviera, también sería ridículo. Me levanto de la silla, cojo la mochila y el abrigo y digo gracias por todo. No te vas a morir, dice. Todos tenemos la piel roja alguna vez. Gracias por todo.
Le doy demasiada importancia a estas cosas. Cosas que me salen y que no me matan. Cosas que casi no me molestan y que seguramente se me quiten solas cuando deje de pensar en ellas. Gracias por todo.
Hago dibujos de mi depresión por tener el pene rojo y los publico en Instagram. Gente que no me conoce en persona me manda corazones y me pregunta si estoy yendo a terapia. No estoy yendo a terapia. Dejé de ir a terapia hace años y no pienso volver. En lo único que pienso es en dejar de tener el pene rojo.
Al observar la luz que nos llega de galaxias lejanas vemos que su longitud de onda tiende al rojo del espectro electromagnético, lo que significa que estas galaxias se están alejando de nosotros. Lo que tiende al rojo, se aleja. Lo que tiende al azul, se acerca. Según la constante Hubble, el universo se expande a una velocidad de 67,4 km por segundo por Megaparsec. Me gustaría alejarme de mi pene y no pensar en él. Me gustaría dejar de observar su longitud de onda cada vez que voy a mear.
Vivo demasiado pendiente de mi pene. Vivo demasiado pendiente de mi móvil. Vivo demasiado pendiente de mi Lexatin. Vivo demasiado pendiente de conocer a alguien que le dé la razón a Julia Roberts y a Hugh Grant en Nothing Hill: Solo soy una chica delante de un chico pidiendo que la quiera. Vivo demasiado pendiente de lo que piensa cualquier chica sobre mí. Si lo hago bien. Si doy placer. Si siente lo que espera sentir cuando se la meto. A veces no se me pone demasiado dura cuando lo hago con condón y eso me frustra.
Quedo con una rubia que trabaja en H&M. Tomamos dos cervezas, hablamos, nos gustamos. Me pregunta si quiero ir a su casa y digo sí. Tampoco es que me guste mucho. Me da igual no hacerlo bien. Eso me relaja y hace que se me ponga dura en un pis pas. Los mejores condones no son los más finos, sino los más lubricados.
Siempre que quedo con una chica quedo con la firme intención de enamorarme, casarme e irme a vivir a su casa antes del primer año, aunque al final no me enamore y lo único que hagamos es follar. Follar así es como hacerte una paja con su cuerpo. Correrte así es una cosa vacía. Una mamada que no deja nada en ti. Quieres desaparecer. Sobra la conversación. Sobra la película que habéis dejado a medias. Solo soy una chica delante de un chico pidiendo que la quiera.
La rubia que trabaja en H&M dice que le gusta escribir. Dice que ha abierto un blog para escribir todo lo que tiene dentro y que su nick ahora es Alma de Lis. Me pregunta qué opino de su nuevo nick. Le digo que es un nick ideal para ella. ¿De verdad? Sí. Qué bien. Gracias por todo.
Nos gusta pensar que somos algo. Nos gusta pensar que hacemos arte o que podemos hacer arte un día de estos en cuanto nos pongamos, en cuanto abramos un blog o compremos una cámara.
Quedar con cuanta más gente mejor que no conozco hasta llegar a esa persona de quien podría tal vez a lo mejor enamorarme aunque no sepa muy bien lo que es enamorarme. Me daría de baja en Tinder y Facebook parejas. Dejaría de moñear con varias a la vez. Tendría que asumir que no se me va a empalmar las 2 ó 3 primeras veces porque estaría nervioso al compararme con todos los penes que han pasado antes por aquí. Penes enormes y bonitos de color rosa. Penes sin virus del papiloma humano. Puede que se me quite el hambre. Puede que se me quite la tristeza. Puede que me apetezca irme a vivir con ella y con sus hijos si los tiene.
El rosa es el color de la salud y de lo fácil. Ver la vida de color rosa es lo único que quiero ver. La vida de quedar. La vida de no conocerse y descubrirse. La vida de lo nuevo y de las citas horribles por aquello de probar lo nuevo.
La rubia que trabaja en H&M todavía no ha escrito nada. Alma de Lis. Saber gramática y ortografía hace que nos creamos escritores. Pensamos en ser Faulkner. Subimos fotos a Instagram mientras escribimos la gran novela americana. Escribo para decir que escribo. Vivo para decir que vivo. Si no lo cuento reviento.
Por culpa de la irritación del pene he dejado de hacer ejercicio. Cuando estoy en casa intento moverme poco para que la piel no roce y no se ponga más roja. Si no pensara tanto en follar viviría más tranquilo. Veo en demasiados sitios que el sexo es importante. Si eyaculas mucho tienes éxito. Si follas más de 3 veces por semana la probabilidad de morir de un ataque al corazón disminuye un 20%. Los búfalos pesan más de una tonelada y son polígamos. Para mí el éxito es poder vivir sin trabajar. Escribir en mi MacBook. Dibujar en mi iPad. Se puede vivir sin sexo, pero el sexo, no sé por qué, hace que me sienta más joven, más animal, más como un búfalo en época de celo. Eyacular todos los días para sentirme vivo. Un poco de semen que sale disparado cada vez con menos fuerza. Un estornudo de la próstata. Un dejar salir la pena.
La rubia que trabaja en H&M se jacta de no haber hecho ejercicio en toda su vida. Mira qué cuerpazo, dice. Yo miro qué cuerpazo, pero no veo qué cuerpazo. Todo lo que toco es blando. Al espacio que hay entre sus huesos y la piel le falta algo. La gente que no tonifica está fatal. Le digo que sí, que ya veo, aunque lo único que veo en realidad es una chica flaca y blanda que piensa que está bien por estar flaca. Para estar bien hay que estar duro. La belleza va de dentro a fuera. Debajo de cualquier capa de grasa tiene que haber una fibra muscular en condiciones. Hay que hacer abdominales, dominadas, fondos, planchas, sentadillas. Después de follar y llamarme mi amor, me cuenta que tuvo cáncer de útero por culpa del virus del papiloma humano. Dice que la operaron y que todo bien, que luego tuvo 3 abortos y que al final consiguió quedarse embarazada. Su hija se llama Luna. Me enseña varias fotos. Mira qué guapa. Las fotos de su hija me dan igual, pero intento empatizar con el orgullo de ser madre y le digo que qué bien. Qué mona es. Se parece mucho a ti. ¿De verdad? Sí. Gracias por todo. Dice que no sabe quién es el padre, bueno, que sí lo sabe, pero que le da igual, que ella quería ser madre soltera y punto, que lo malo es que después del parto le salieron hemorroides, pero que también la operaron y que todo bien. Mira qué cuerpazo.
La primera vez que me salieron hemorroides me deprimí. Tener hemorroides no es normal. Esos paquetes venosos que hay al final del recto y que sirven para almohadillar el canal anal y ayudar a mantener la continencia no tendrían por qué salir. A los búfalos no les salen hemorroides. Si hubiera caminado toda mi vida a cuatro patas no tendría este problema. Pero hay que evolucionar y descubrir el fuego. Hay que decorar las paredes de la cueva. El 12 de enero de 2017 el Dr. Antonio García Alonso me operó las hemorroides. Hace 1,6 millones de años la especie Homo Erectus descubrió el fuego. No quiero tener hemorroides. Quiero un cuerpo normal. El cuerpo normal de cuando tenía 20 años y todo iba a durar eternamente. Pero a todo te acostumbras. Tener hemorroides no es tan malo. Al final aceptas que tu cuerpo ahora es así. Lo que no era normal empieza a serlo. Lo que antes era un cuerpo extraño ahora es parte natural de tu propia anatomía. Tu propia vida interior que sale fuera.
El cuerpo se afloja y se hace mayor y hay que ir adaptando la mente a ese nuevo cuerpo que se observa en el espejo y ve cómo le van saliendo cada vez más venitas rojas en las aletas de la nariz. El dibujo más antiguo del que se tiene noticia es un grabado de líneas rectas en zigzag de hace 400.000 años. Lo hizo un Homo Erectus. Estos dibujos geométricos se consideran una muestra de pensamiento complejo. Las venitas rojas de las aletas de mi nariz también hacen zigzag.
La rubia que trabaja en H&M se echa saliva en la mano para hacerme una paja. Me imagino todo el rato que esa saliva me va a irritar mucho la piel, pero no se lo digo porque me da vergüenza. Necesito que mi pene respire y le dé el aire. Necesito que la madre naturaleza cure mi piel como cura la corteza de los árboles. Mi piel roja. Mi piel inflamada. Mira qué cuerpazo. No miro mi cuerpo sino partes de él. Miro mi pene, miro mi nariz, miro los capilares morados de mi escroto, miro la mancha blanca de mi lengua que según el dermatólogo es un liquen plano y según Google es cáncer. Según Google todo es cáncer. Cualquier molestia, cualquier mancha, cualquier cosa que cruja, escueza o pique es un pequeño tumor que se abre paso en mí y debería consultar urgentemente a un médico. La piel roja de mi pene podría ser simplemente una piel bien irrigada que cambia de color conforme va cambiando el clima. Pero Google siempre deja una ventana abierta y yo no tengo más remedio que saltar.
La vida, como la madera de los muebles, tiende a hacer algo de ruido.
Adán, según la Biblia, fue el primer hombre que pobló la Tierra, creado directamente por Dios, proviene del hebreo אדם (Āḏām) y significa hombre, pero también rojo, sangre, hecho en la tierra, hecho de arcilla roja. Hace 170.000 años, nuestros antepasados raspaban y molían arcilla con óxido de hierro para colorear sus cuerpos de rojo y protegerlos. El rojo se asociaba con el sacrificio y el coraje. Yo lo asocio con que algo no va bien. El infierno es rojo. Las cápsulas de 3 mg de Lexatin son rojas. El Espíritu Santo es rojo y el domingo de Pentecostés. Amén.
Miro otra vez mi pene e intento convencerme de que evoluciona bien, de que se cura solo, de que mi cuerpo obra el milagro y recompone las células de la piel del glande y del prepucio.
Si no me acostara tantas veces con cualquiera y no lo hiciera algunas veces sin condón, no me pasaría esto.
Follar solo por la idea de follar me está matando poco a poco.
Nube Roja fue el único jefe indio americano capaz de derrotar al ejército de Estados Unidos. Mi pueblo se derrite como la nieve, dijo, mientras el hombre blanco crece como la hierba en primavera.
No puedo permitir que las relaciones que tengo y que van contra lo que realmente me apetece me destrocen la piel. Pero hay que vivir. Hay que hablar, beber, comer, ver una peli, danzar alrededor del fuego. Hay que pasar la tarde sin dar palo con una desconocida con quien no quieres estar para meterle un poco el pene y decir Tatanka Iyotanka, aquí estuvo Manuel, aquí vivió y se lavó luego sus partes con agua y jabón con la idea de eliminar todos los virus, hongos y bacterias que hayan podido pasar del coño al pene en lugar de quedarse abrazadito en el postcoito.
Quedar con desconocidas no me hace sentir mejor, pero si no quedo con desconocidas nunca encontraré a la persona adecuada que encaje en mí como una proteína encaja exactamente en la membrana de una célula. No quiero estar medio bien, quiero estar bien al completo.
Nube Roja murió en 1909, a los 88 años, debilitado y casi ciego, mientras dormía junto a su primera y única mujer, Lechuza Hermosa, a la que fue fiel toda su vida.
Puede que sea mejor pasar la tarde solo en casa y escribir estas ideas en mi portátil para aclararme y entender lo que pienso de todo esto que hago sin querer y guardarlo luego en un archivo que llamo “disconfort” y que algún día me servirá para escribir un libro nuevo.
Todo lo que me duele ahora creo que va a dolerme siempre.
Quiero tomarme más en serio mi escritura. Quiero tener más disciplina. Si no escribo, tengo la sensación de que no vivo. Ver Netflix no es vivir. Follar no es vivir.
Escribir debe ser algo más que soltar todo lo que hay en mi cabeza sin pararme a pensar si queda bien. Estoy harto de escribir sobre mi pene, sobre mis dermatitis, sobre mis ETS, sobre si se me levanta o no, sobre si me enamoro o no. Estoy harto de escribir sobre follar. Hay demasiadas películas que van de enamorarse y desenamorarse, casarse y descasarse, Hugh Grant y Julia Roberts, llega la primavera, se va la primavera.
Puedo decidir que el color rojo de mi pene no me afecte. Siempre va a haber algo que no podamos controlar. Me cuesta dejar las conversaciones a medias. Si alguien me manda un Whatsapp y no me apetece hablar, pongo el móvil en silencio y sigo con mi lectura o con mi escribir un poco cada día. Escribir un poco cada día, aunque sean 15 mins, puede ayudar. Mirar menos el móvil es una oportunidad de hablar perdida, una cita desaprovechada. En qué estado mental quiero hacer las cosas, si en el de hacer las cosas o en el de mirar el móvil. He de tener cuidado de que no me dé demasiado calor en el pene para no sudar. Lo envuelvo con una gasa de algodón para que no roce con el calzoncillo y salgo al mundo. Salir al mundo me da la opción de ir a sitios y cruzarme con personas que huelen bien y tienen mis mismos intereses culturales.
Sería mejor no tener tanta prisa por conocer a nadie, ni por quedar con nadie, ni por nadar con nadie. Nada serio con nadie. Enamorarse es un lío de dejar de hacer tus cosas para hacer las cosas del otro porque si haces tus cosas y no las cosas del otro, te dicen que estás perdiendo el interés y que ya nada es lo mismo.
Solo soy una chica delante de un chico pidiendo que la quiera. Fin.